En un fragmento del Codicilio anexo al Testamento de la reina Isabel I,
otorgado en Medina del Campo a 23 de noviembre de 1504, pocos días
antes de morir, la reina Católica pidió un buen trato para los indios,
vecinos y habitantes de las Indias:
“Cuando
nos fueron concedidas por la Santa Sede Apostólica las Islas y Tierra
Firme del mar Océano, descubiertas y por descubrir, como así se lo
suplicamos al Papa Alejandro VI, de dichosa memoria, que nos lo
concedió, nuestra principal intención fue procurar inducir y traer a los
pueblos de allá y convertirlos a nuestra fe católica, y enviar a las
dichas Islas y Tierra Firme prelados, y religiosos, y clérigos y otras
personas doctas y temerosas de Dios, instruir a los vecinos y moradores
de ellas en la fe católica, y enseñarles y adoctrinarles en las buenas
costumbres, y poner en ello la diligencia debida, según en las letras
de la dicha concesión se contiene, por tanto suplico al rey mi señor,
muy afectuosamente, y encargo y mando a la princesa Juana, mi hija, y al
príncipe Felipe, su marido, que así lo hagan y cumplan, y que este sea
su principal fin, y que en ello pongan mucha diligencia, y que no
consientan ni den lugar a que los indios, vecinos y moradores
de las dichas Indias y Tierra Firme, ganadas y por ganar, reciban
agravio alguno ni en su persona ni en sus bienes, sino que manden que
sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, lo
remedien y provean por manera que no se exceda en cosa alguna lo que por
las letras apostólicas de la dicha concesión nos es mandado”.