Eran pasadas dos horas de la media noche, del día 12 de Octubre de 1.492, mientras Rodrigo Pérez de Adebedo, Lepeño de pura cepa y más conocido por Rodrigo de Triana, dormía plácidamente (dentro de lo que cabe) en la cofa del palo mayor de La Pinta, capitaneada por Martín Alonso Pinzón y con 24 hombres a bordo, cuando notó un golpe fresco, húmedo y pastoso contra su cabeza debido al excremento soltado "al vuelo" (nunca mejor dicho) por una de las muchas gaviotas que revoloteaban el palo mayor, despertándose bruscamente mientras pensaba "¡Cagon'to!", y mientras abría los ojos, sorprendido veía, allá por el horizonte, algo que le obligó a gritar instintivamente la palabra mágica: "¡TIERRAAAAA!", tan esperada en esos últimos días en los que ya empezaba a cundir la desesperación entre la tripulación de La Pinta, lo que le impidió que el primer pensamiento pasase a los anales de las frases célebres en lugar de la archifamosa palabra "¡Tierra!".
Más adelante, Cristobal Colón escribiría: "... Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra y hizo las señas que el Almirante había mandado. Esta tierra vido primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana...".
Obviamente, Rodrigo de Triana, no sólo pensaba en la maravillosa tierra que con tanta ilusión esperaban ver en el horizonte sino también en los 10.000 maravedíes prometidos por la Reina Ysabel de Castilla al primer marinero que avistara el nuevo mundo, antes de embarcar y que mejorarían ostensiblemente su horizonte personal...
Sin embargo, no está muy claro si Colón se le adelantó para quedárselos él, si la reina de Castilla estaba "a dos velas" a causa de la Gerra de Granada o si simplemente fue un sueño roto por las heces de una gaviota pero el caso es que Rodrigo de Triana nunca llegó a cobrar los 10.000 maravedíes, lo que le obligó a pensar (como muchas otras veces en su vida)
La pillería de Colón que hizo que Rodrigo de Triana se volviera musulmán
La visión de la Historia que tenemos está plagada de grandes nombres
a los cuales se otorgan sistemáticamente las medallas de las grandes
hazañas y descubrimientos, olvidándose la mayoría de las veces que sin
el trabajo de personas anónimas dichas proezas no serían más que una utopía irrealizable. En el caso del descubrimiento de América la cosa no iba a ser diferente y si bien ha quedado en el candelero que Colón fue el eminente descubridor, poco se cuenta que tal era el afán de medallas del famoso navegante, que no dudó en escaquearle el suculento premio que le correspondía a Rodrigo de Triana por ser el primero en avistar tierra para endosárselo a... sí mismo. Espabilado que era el Almirante, mira, y puta gracia que le hizo al vigía, claro.
Conocido es por el relato del diario de Cristóbal Colón que el vigía de La Pinta, un tal Rodrigo de Triana,
pasando dos horas de la medianoche del día 12 de octubre de 1492, gritó
¡Tierra! al ver una fogata en el horizonte, prueba evidente de que
habían llegado, finalmente, a su objetivo. De esta forma, el vigía se
convertía en el primero en divisar el Nuevo Mundo y en llevarse los 10.000 maravedíes
que habían prometido los Reyes Católicos. Sin embargo el pillastre
Colón no estaba dispuesto a perderse tan suculento premio porque a un
marinerillo desconocido le hubiera entrado arenilla en el ojo.
Al volver a España, Rodrigo de Triana esperaba su recompensa conforme lo pactado, pero Colón salió por peteneras y adujo que había sido él mismo el que había visto tierra cuatro horas antes que el vigía. Es fácil suponer que el marinero se quedó de pasta de boniato cuando se enteró.
Al volver a España, Rodrigo de Triana esperaba su recompensa conforme lo pactado, pero Colón salió por peteneras y adujo que había sido él mismo el que había visto tierra cuatro horas antes que el vigía. Es fácil suponer que el marinero se quedó de pasta de boniato cuando se enteró.
Según cuenta, a las 10 de la noche del 11 de octubre, desde el castillo de popa de la Santa María,
Colón vio en el horizonte una lucecita que subía y bajaba. Ante tal
descubrimiento, y no pudiendo asegurar que era tierra, llamó a un par de
tripulantes uno de los cuales vio la lucecilla y otro no, cosa que
atribuyó a que desde su posición no la podía ver. El almirante,
convencido de que estaban cerca de tierra, prometió a los marinos un jubón de seda (una especie de jersey medieval) para el primero que divisara tierra. Lo gracioso es que se calló
oportunamente lo de los 10.000 maravedíes, ya que, como había sido él
el que la había "visto" primero, el premio -llegado el caso- le tocaría a
él. Llamadlo tonto.
La verdad es que es harto improbable que Colón llegase a ver nada.
De primeras, debido a la posición del mismo Colón, ya que desde la
parte de atrás de la Santa María es imposible tener un punto de vista
mejor del horizonte que desde el puesto de vigía de La Pinta, que iba
delante. Por otra parte, ver un pequeño fuego cuatro horas de navegación antes
que un vigía profesional en mejor posición y loco por ver cualquier
pequeño atisbo de tierra, no es cuestión de tener buena vista sino
directamente tener trasplantado un ojo de halcón y eso, evidentemente, no ocurría. La realidad era bien diferente.
Después de más de 30 días sin ver tierra, Colón y los hermanos Pinzón se vieron obligados a sofocar un intento de motín, ya que los alimentos se estaban pudriendo y no se veía tierra, por más que los sargazos
les diesen la falsa señal de que ésta estaba cerca. Para calmarlos, les
prometieron que estarían tres días más y si no, se volverían. En esta
circunstancia, cualquier pequeña señal era aprovechada por Colón para
estirar la nula confianza que tenía la tripulación en él y así, como zanahoria delante de un burro,
conseguir que fueran un poco más allá. Tanto daba que fuera real o
inventada si le permitía seguir adelante. El fuego divisado por Colón
sin duda atendía a esta necesidad, pero la casualidad hizo que al "poco"
tiempo Rodrigo de Triana viera fuego real y le pusiera en bandeja de
plata el autoadjudicarse los 10.000 maravedíes (el equivalente a algo más de 1 kg de plata) con un "¿ves cómo lo había visto?".
Rodrigo de Triana, después de la primera travesía se frotó las manos por su premio, pero el avispado Cristóbal se lo birló y se quedó sin nada. Y tal cabreo cogió el vigía con la putada de Colón que, despechado, renegó del cristianismo, se volvió musulmán -se dice que era de familia morisca y por tanto volvería a la fe de sus ancestros- y algunas fuentes cuentan que se fue a Berbería a ejercer de pirata, posiblemente a la República pirata de Salé (cerca de Rabat, Marruecos).
Todo un claro ejemplo de que por mucho que se haga o por mucho que se diga, siempre saldrá alguien que lo hizo o lo dijo antes. Y si, encima, tiene la jeta de piedra berroqueña de Colón, te puedes quedar sin recompensa y con un palmo de narices.
Primer viaje de Colón |
Moneda de 4 maravedíes |
Rodrigo de Triana, después de la primera travesía se frotó las manos por su premio, pero el avispado Cristóbal se lo birló y se quedó sin nada. Y tal cabreo cogió el vigía con la putada de Colón que, despechado, renegó del cristianismo, se volvió musulmán -se dice que era de familia morisca y por tanto volvería a la fe de sus ancestros- y algunas fuentes cuentan que se fue a Berbería a ejercer de pirata, posiblemente a la República pirata de Salé (cerca de Rabat, Marruecos).
Todo un claro ejemplo de que por mucho que se haga o por mucho que se diga, siempre saldrá alguien que lo hizo o lo dijo antes. Y si, encima, tiene la jeta de piedra berroqueña de Colón, te puedes quedar sin recompensa y con un palmo de narices.