martes, 24 de mayo de 2016

LA BODA DE LOS REYES CATÓLICOS

Isabel, a sus dieciocho años, era según una persona de su entorno,"en extremo hermosa, la más hermosa señora que yo he visto jamás, y la más graciosa en sus modales". La imagen, uno de los mejores retratos de Isabel la Católica, la tabla de Bermejo, se conserva en el palacio Real de Madrid
Fernando, un año menor, "era un joven de estatura mediana, ancho de hombros, de fuerte musculatura, tez bronceada, cabellos castaños, hábil, inteligente y astuto". Este retrato, de autor desconocido, pertenece al palacio de St. Jame's, en Londres

LA BODA DE LOS REYES CATÓLICOS, EN 1469, NO ERA VÁLIDA

Doña Isabel y don Fernando se casaron sin la dispensa papal requerida y corrieron el riesgo de ser excomulgados

12 ABRIL 2002
La boda celebrada, en secreto, en Valladolid, el 18 de octubre de 1469, se efectuó sin que la, entonces, Princesa de Castilla pidiera la obligada dispensa pontificia para casarse con su primo –sus abuelos eran hermanos–, Fernando de Aragón. De este modo, el matrimonio no sólo corrió el riesgo de ser excomulgado por la Iglesia sino que además, durante tres años, su certificado matrimonial no tuvo validez alguna.

El arzobispo de Toledo falsificó la bula de dispensa necesaria –dijo que había sido expedida por Pio II y que los contrayentes ya estaban dispensados de todos sus grados de consaguinidad– pero, el matrimonio no sería legalmente canónico hasta después de tres años.


La recompensa de un feudo
El papa Sixto IV extiende la bula el I-XII-1472 y manda, desde Roma a Castilla, a su legado pontificio, Rodrigo Borgia, para que se la entregue en mano a los Reyes. El cardenal Borgia, que es quien aconseja al Pontífice para que firme la bula, espera como recompensa, a cambio de sus gestiones, el feudo de Gandía –un ducado que añadiría a sus dominios como cardenal de Valencia– para su hijo, Pedro Luis… Y así fue. En 1485, cuando Fernando se convierte en Rey de Aragón, Pedro Luis pasa a ser duque de Gandía.

Y como Rodrigo Borgia es un hombre muy agradecido cuando, en 1492, sale del cónclave convertido en Alejandro VI, los Reyes de España reciben, a través de una bula expedida por él, el título de Católicos.

El nombramiento que, en el campo de la diplomacia podría parecer un título más, –a los franceses se les aplicaba el de cristianísimos– es, sin embargo, el signo de una época en la historia de España que marcaría los rumbos futuros de la Península Ibérica y de la América indígena.